Los tiempos cambian y la política ya no es la misma de antes. Los partidos ya no pesan como hace unos años entre los electores. Lo que demostraron las elecciones de este domingo 27 de mayo, en las que las maquinarias fracasaron rotundamente.
En los últimos cuatro años el panorama de Colombia cambió, al menos en presidenciales, porque para Congreso la cosa fue diferente. Los votos ya no vienen de los grandes partidos que conformaron la Unidad Nacional y que llevaron a Juan Manuel Santos a la reelección en 2014 con 3.310.794 votos en primera vuelta y 7.816.987 votos en segunda.
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Es muy diciente que los candidatos, con el respaldo de los partidos políticos más poderosos en el Congreso, no obtuvieran buenos resultados en las urnas, a excepción de Iván Duque y el Centro Democrático, que al igual que el pasado 11 de marzo, recibieron un gran apoyo por parte de los ciudadanos.
Pero Germán Vargas Lleras no puede decir lo mismo. De nada sirvió que lo apoyaran Cambio Radical, el Partido de la U, un sector amplio del Partido Conservador, los demás sectores que se unieron a su campaña y algunos medios de comunicación.
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Vargas Lleras solo logró el 7,26% de los votos, para un total de 1.401.532 sufragios, un resultado muy inferior al que recibió Cambio Radical para el Senado de la República hace apenas dos meses. En ese momento el partido logró 2.155.487 votos. Y pensar que el candidato, optimista, hacía cuentas con los 1.853.054 de La U y unos más de los conservadores.
Desde antes se sabía que esos votos no se iban a sumar, pero muchos suponían que la fuerza de las colectividades en las regiones sería suficiente para poner a disputar al ex vicepresidente en una segunda vuelta, aún cuando en las encuestas se estancó en el cuarto lugar. Pero al final, no le sirvieron las alianzas, ni su amplia y reconocida trayectoria política. No le sirvió la maquinaria.
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El aparato político sí se puso a andar, pero no contó con que las bases, los ciudadanos, los que votan, ya no siguen las decisiones de los dirigentes de los partidos como en otros tiempos. Los votantes conservadores, por ejemplo, no siguieron a David Barguil y los demás congresistas que creyeron que Vargas Lleras era la mejor opción. En cambio decidieron irse con Duque, que tenía a Marta Lucía Ramírez, una conservadora de vieja data, como fórmula vicepresidencial.
Lo mismo sucedió con Humberto De la Calle: el candidato del Partido Liberal tuvo un resultado decepcionante, si se tiene en cuenta que se trata de una de las colectividades más antiguas del país. Nunca un aspirante de este partido había sacado apenas 2,06% de la votación.
Esto a pesar de que el propio aspirante dijera que el Partido Liberal tenía suficiente músculo electoral para llegar a segunda vuelta. Pero sus cuentas, en la práctica, no fueron acertadas.
Tal fue su fracaso en las urnas que ni siquiera llegó al umbral electoral del 4%, por lo que no tendrá derecho a reposición de votos y deberá devolver los más de 9.000 millones de pesos que pidió de anticipo.
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Las maquinarias fracasaron este 27 de mayo, pero hubo un gran triunfador: el voto de opinión. Este domingo se demostró que los colombianos no votaron por un partido, sino motivados por ideales, así fueran estos tan opuestos como los que representan Duque o Petro, quienes desde sus esquinas de derecha e izquierda, dentro de tres semanas se disputaran su estadía en la Casa de Nariño por los próximos 4 años.
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