La rivalidad no puede convertirse en una enemistad.
Lamentable es que el fútbol de cada semana en Colombia no siempre se juegue con la pelota, sino con estrujones, puñetazos, insultos, provocaciones, deliberadas pérdidas de tiempo, recogebolas amaestrados para hacer trampa y futbolistas y entrenadores que no juegan ni dirigen, sino que pelean y discuten.
Es otro fútbol.
El bochorno es semanal. La incapacidad para establecer diferencias futbolísticas en la cancha, conduce a los protagonistas al irrespeto, como matones de barrio que con facilidad cambian la decencia por demencia.
Es la violencia que invita, con alto riesgo, a las barras revoltosas a invadir las canchas para participar en las trifulcas que son rutinarias.
Se entiende la presión con que se juega con la adrenalina a tope, pero la ordinariez en las relaciones no puede ser sustituta de las buenas formas al competir.
Recuerda John Keer, en su libro “Legado”, que los jugadores de Rugby dejan la vida en cada partido, a “sangre y fuego” pero en las noches se reúnen con sus rivales, a manteles, a discutir con madurez los partidos y sus incidencias, sin desquites ni revanchas.
Se comenta en tono bajo que los modales de algunos entrenadores y sus asistentes, son despreciables. Tienen como víctimas a los árbitros, a los recogebolas, a los rivales y los entrenadores, sus compañeros de oficio. Para ellos y para muchos, la afición importa un carajo.
Casos típicos conocidos son los del asistente del deportivo Pereira, un italiano, Giuliano Tiberti, de limitada cultura; el técnico Alfredo Arias del Medellín, Bodhert y sus colaboradores en Santa fe, los aleccionados entrenadores de Águilas, Sergio Herrera asesor del técnico en el Cali y su jugador Jhon Vásquez, y a varios gerentes que lo hacen por protagonismo exagerado o por suficiencia.
Está loco el fútbol, con sus papelones frecuentes. Sin respeto al juego y a quienes lo siguen.
Muchos daños hacen las autoridades, con la negación manifiesta a los deseos de preservar el juego limpio, sin las medidas drásticas reglamentarias para castigar este y todos los abusos.
