Uribe, ¡de frente!

Lun, 09/07/2012 - 01:02
Tan previsible como el expresidente Uribe fue el reciente lanzamiento de su autodenominado Frente Antiterrorista.  Y aunque el acto esté cargado de simbolismos, tampoco sorprende. El homenajeado, Fe
Tan previsible como el expresidente Uribe fue el reciente lanzamiento de su autodenominado Frente Antiterrorista.  Y aunque el acto esté cargado de simbolismos, tampoco sorprende. El homenajeado, Fernando Londoño Hoyos, no solo acaba de ser víctima de un atentado criminal. Representa la cara dura del establecimiento político. Es derecha pura y recalcitrante. Y no podría Uribe y sus contertulios haber escogido mejor sitio, porque el atentado contra el Club El Nogal quedó instalado en la memoria colectiva como un emblema de la barbarie. Digo previsible, porque Uribe se comporta como un huérfano del poder. Claro que es un líder al que le sobran convicciones y carácter. Que en su inocultable vocación mesiánica se siente llamado por la historia a “salvar la patria”. Pero también es evidente su dolor por la pérdida y su incapacidad para hacer el duelo. Esa condición de huérfano pretendió evitarla eternizándose y arreglando la Constitución para hacerse reelegir una vez más. En principio lo logró. Solo que la buena porción de tradición e institucionalidad democrática que nos queda nos salvó de sus nuevos intentos reeleccionistas. Y la virulencia del discurso de Álvaro Uribe cabe perfectamente en el libreto de una agria confrontación. Porque el ex se siente traicionado por el Presidente Santos desde antes de la transmisión del mando. No ocultó su desacuerdo con el anuncio de la designación de Juan Camilo Restrepo y Germán Vargas Lleras como Ministros de Agricultura e Interior. “Hostil a mi Gobierno” y “clientelista” y “doble moral” fueron las palabras con las que se refirió a ambos respectivamente. Luego vino su reacción cuando Santos, en agosto del 2010, graduó al presidente de Venezuela Hugo Chávez como su “nuevo mejor amigo”. Y después, como en cascada se sucedieron episodios que fueron elevando el volumen del ataque uribista al Gobierno. El entusiasmo de Santos por la aprobación de la Ley de Víctimas, el asilo de la principal responsable de “las chuzadas” la exdirectora del DAS María del Pilar Hurtado y el destape de hechos de corrupción ocurridos en la era Uribe, han desatado su ira y lo han convertido en la verdadera  voz de la oposición. Pero Uribe y sus súbditos saben que hay bastante espacio político para un proyecto que encarne las ideas de la derecha. Ideas que solo pueden ser encarnadas por él y proyecto que solo puede ser dirigido por él. Y es bueno que la derecha enriquezca el debate político, pero deberían hacerlo sin vergüenza. Porque su Frente Antiterrorista no es un pacto de los partidos y los ciudadanos para  enfrentar el desafío común de la sociedad colombiana en su lucha contra el terrorismo  que proviene de “la mano negra de la derecha” y “la mano negra de la izquierda”. No busca respaldar al Gobierno para fortalecer una infranqueable línea divisoria entre la institucionalidad y la ilegalidad. Este “frente”, más bien es sin duda, la expresión política y multipartidista del uribismo. Debería asumirse así. Y no ocultar tampoco su condición ideológica invocando “el centro democrático”. Como cuando el franquismo y la derecha española le dio por bautizarse “partido popular”. Deberían hacer política de frente.
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