Unas elecciones trascendentales

Las elecciones de hoy son, sin duda, las más importantes en mucho tiempo: asuntos trascendentales están en juego. Para empezar, el proceso de paz de La Habana ha generado y seguirá produciendo –de llegar a feliz puerto- una serie de decisiones que necesariamente apuntan a una nueva estructura político-administrativa del Estado; es decir, habrá cambios: nuevos tribunales de justicia, modificaciones al régimen electoral, otra política de tierras y una necesaria reivindicación de las víctimas del conflicto. Las anteriores reformas serán avaladas por un mecanismo legal que se discute en el Congreso, lo que indefectiblemente implica modificar nuestra Carta Política, de manera que estos son los últimos comicios que se celebrarán en Colombia, antes de las grandes transformaciones que se avecinan por cuenta de la paz. En las siguientes justas políticas, contaremos con una estructura legal rediseñada y habrá unos nuevos actores: las Farc y su partido. Ante esta nueva realidad, los próximos mandatarios regionales tendrán el encargo de implementar el postconflicto y desarrollar todo el esquema acordado en la mesa de diálogo para tal efecto. Los gobernadores, alcaldes, diputados y concejales que resulten elegidos administrarán un país distinto del que conocemos hoy. La firma del proceso de paz será solo eso: la firma de un papel; pero, si queremos una paz sostenible y duradera, la fuerza del Estado deberá estar concentrada en la inversión social, en metálico, que se registre desde el centro del poder hacia las regiones, y es allí, precisamente, en donde los candidatos que se eligen hoy podrán demostrar de que están hechos realmente. Por otra parte, estas elecciones son una especie de “primarias presidenciales”: los precandidatos a la primera magistratura de la Nación han diseñado una estrategia para llegar al solio de Bolívar, fundamentada en los resultados que hoy se produzcan. Por ejemplo, en el Caribe y en gran parte de la provincia colombiana, gobernará el partido Cambio Radical, y la conquista de esas posiciones será el “plante” del vicepresidente Vargas Lleras para hacerse al premio mayor. Es la primera vez que un representante del “Bogocentrismo” cambia la forma de jugar el partido y se va a buscar la presidencia desde la verdadera Colombia: la de las regiones. Los demás candidatos in péctore a la presidencia se refugian en el presupuesto central y lo reparten entre los congresistas conmilitones, en forma de “mermelada”, con el objeto de asegurar apoyos. La cosa está así: la pelea por la presidencia será entre los mandatarios regionales de Vargas Lleras vs. los parlamentarios cooptados por los otros aspirantes. Mientras la unidad nacional estará fraccionada para ese entonces, el vicepresidente enfrentará la campaña con un sólido apoyo de los suyos. El partido Cambio Radical ha interpretado de manera muy acertada la dinámica de las regiones. Vargas Lleras se remangó la camisa, se quitó la corbata, y se fue a trabajar a la provincia, mientras que otros presidenciables, como Mauricio Cárdenas, Gina Parody y Simón Gaviria, entre otros, se quedaron en Bogotá en sus cómodos sillones aterciopelados, repartiendo el presupuesto en procura de salir a pescar en un par de años. Falta ver con qué se viene el uribismo y si el procurador Alejandro Ordoñez se lanza con el apoyo de los conservadores, lo que ciertamente vuelve más interesante el ejercicio. Estas elecciones son de gran importancia, pues está en juego el futuro de un país que está erigido sobre un barril de pólvora. La ñapa I: ¡Qué descanso!: al incompetente y resentido social de Gustavo Petro le quedan 2 meses en la alcaldía de Bogotá. ¡Aleluya! La ñapa II: Acertada decisión del Consejo de Estado, al confirmar que una consulta popular, no puede prohibir las corridas de toros y olé. abdelaespriella@lawyersenterprise.com