Un camino lleno de espinas

Nadie dijo que iba a ser fácil. El camino está lleno de espinas y tropiezos. Las cosas importantes cuestan mucho, pero al final los beneficios pueden ser más grandes para la sociedad que todas las vicisitudes padecidas antes de lograr el cometido. La paz no está a la vuelta de la esquina: está al final de un largo laberinto plagado de obstáculos y trampas. Hay que darle el tiempo necesario al proceso que empieza, ni tanto como para que las Farc se vuelvan a burlar del Estado y de todos los colombianos, ni tan poco como para que no pueda concretarse nada debido a la presión. Los representantes del gobierno se enfrentan a un grupo cohesionado y homogéneo, por lo menos a nivel de su dirigencia (no estoy tan seguro de la ascendencia de los líderes de la guerrilla sobre la totalidad de sus militantes) Las Farc saben lo que quieren y para ello pondrán todo su empeño y conocimiento al servicio de la causa. El componente ideológico, los dogmas y axiomas que por años han sido la bandera política de las Farc son una ventaja para ellos. No nos llamemos a engaños: Timochenko y sus camaradas, aunque parezca mentira, están realmente convencidos de su anacrónico y falaz discurso y esos los hace fuertes. El equipo negociador concurre a la cita por una coyuntura política y con ánimo altruista sin duda, mientras que para las Farc, de alguna forma, dicho escenario es la reivindicación de su lucha de tantos años. Los representantes del gobierno se han desmarcado de los guerrilleros con un discurso en defensa de las instituciones y la democracia, como debe ser. Las Farc, por su parte, en cabeza de Iván Márquez, dieron cátedra sobre la moral, el modelo económico, desdeñaron de la inversión extranjera y de la presencia de multinacionales en territorio nacional y, además, pontificaron sobre los derechos del pueblo oprimido, ese mismo al que han acribillado a mansalva y con cobardía suprema durante los últimos sesenta años. ¡Lo que hay que aguantar y oír en aras de alcanzar la paz! Sin embargo, el destape de las cartas por cuenta de las partes y la asimetría de las posturas es el punto de partida. Si los unos y los otros pensaran igual, obviamente no habría nada que conciliar. En la negociación hay inamovibles para el gobierno y otros tantos para las Farc. Habrá, sin duda, que hallar una fórmula intermedia. Considero que todas esas posibilidades necesariamente tendrán que pasar por el cedazo de la voluntad popular. Al final de la ecuación, si no se cuenta con el concurso de toda la sociedad o por lo menos de gran parte de ella y el compromiso de todos los organismos del Estado para honrar los acuerdos a los que se lleguen, será imposible llevar a buen puerto el barco de la paz. No hay que tenerle miedo a la participación de la guerrilla en política; tampoco a que ese y otros beneficios sean aprobados por el pueblo a través de una constituyente, lo que daría mayor legitimidad al acuerdo. Que uno de los actores más importantes del conflicto salga de la escena del crimen, bien vale todos los sacrificios del mundo. La suerte está echada. La situación es más compleja de lo que parece. La voluntad política de las partes y el apoyo ciudadano son determinantes. Si se logra un acuerdo, será un triunfo para la democracia. Si las Farc quedan mal, no tendrán otra oportunidad igual jamás y sus miembros estarán condenados a morir bajo las balas de la fuerza pública mañana o dentro de varios años. El Estado nunca pierde. La guerra intestina en la que vivimos desde hace décadas no se acabará con la eventual desmovilización de las Farc, pero será, a no dudarlo, el primer paso para reconciliarnos como sociedad, la ventana para aprender a perdonar de una buena vez. El odio, el rencor y la violencia son los principales obstáculos para la paz y el desarrollo. La ñapa: Es una gran injusticia que a los funcionarios judiciales de rango medio y bajo les paguen unos sueldos de hambre, pero es más injusto aún que esos mismos funcionarios obstaculicen la misión de la justicia propiciando huelgas que solo afectan a la institucionalidad y a los derechos de las víctimas.

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