Debo ser honesto y confesar que lo que me sorprendió durante la instalación de los diálogos de paz en Oslo no fue precisamente el discurso del guerrillero de las Farc Iván Márquez, sino la reacción de la opinión pública y el periodismo nacional.
Hechos como estos demuestran que en Colombia tenemos una opinión pública miope y un periodismo subdesarrollado. Me duele decirlo, porque es la profesión a la que he puesto alma, vida y corazón, pero desafortunadamente no encuentro otras palabras para describir la decepción que sentí al darme cuenta que a la mayoría de colegas les interesó más los pormenores de la vida de una extranjera que decidió unirse a la filas de un grupo armado ilegal en Colombia, que el trasfondo del discurso de Iván Márquez y de sus compañeros que participaron en la rueda de prensa.
Señores, lo importante en este caso es el análisis de las posiciones con las que las partes en conflicto se sentaban a dialogar, no volver a una mujer que en el fondo no es más que una subversiva más, la diva de la prensa nacional e internacional.
Ni qué decir de las preguntas en la rueda de prensa, como la que se formuló a Iván Márquez, de “si él y sus compañeros temían ser encarcelados en Noruega”. Por favor, un periodista con los cinco sentidos y conocedor de la labor, sabe que para que ellos pudieran participar en el evento era necesaria la suspensión de las órdenes de captura internacional. Creo que valdría la pena que cada medio se diera a la tarea de examinar a conciencia la persona que se va a enviar para ejercer la corresponsalía en el proceso de paz.
Ahora, en lo que tiene que ver con la opinión pública que se rasgó las vestiduras al escuchar a Iván Márquez, lo único que demuestra es que Colombia no ha salido del letargo y la hipnosis en que permaneció durante los ocho años del gobierno de Álvaro Uribe, quien les hizo creer que las Farc estaban derrotadas.
Me doy cuenta de que tanto se comieron el cuento, que hasta la semana pasada se percataron que estas aún mantienen su discurso beligerante y que su lucha armada, por desdibujada que esté, sigue siendo por el cambio de modelo de desarrollo social y económico de nuestro país. Otra cosa es que en esa búsqueda hayan caído en métodos y prácticas que rayan en lo inhumano y que las iguala a un grupo de delincuentes y sanguinarios.
Me pregunto, ¿qué esperaba la opinión pública del discurso de las Farc? ¿Acaso querían que dijeran que estaban acabadas y que su llegada a la mesa de diálogos se hacía con la intención de la sola dejación de armas? Por favor, señores analistas, antes de hablar es bueno que primero se documenten un poquito sobre la realidad de los grupos armados en Colombia, para que puedan desarrollar hipótesis y conclusiones sobre lo que dicen en sus discursos y sobre todo, por qué lo dicen.
Ahora, por simple lógica se sabe que los diálogos entre dos partes en conflicto se hacen con la intención de buscar un camino que permita terminar el motivo y la razón de la disputa, de lo contrario no tendría sentido hacerlo. Con la sola rendición y sometimiento de una de las partes es suficiente. Claramente, las Farc no lo van a hacer porque militarmente no están derrotadas; eso es más que obvio señores analistas, por eso es que aún con la poca experiencia que tengo y siendo un don nadie le pregunto a las experimentadas personalidades de la opinión pública como María Isabel y compañía, ¿qué esperaban que dijeran las Farc?, ¿qué estaban derrotadas y le pidieran perdón al país entero por todos sus crímenes? Por favor, seamos honestos, ellos no lo van a hacer, deberían hacerlo pero no lo van hacer, así desde acá nos muramos de ganas porque lo hagan.
