Bueno... bueno.
En lugar de dedicarle más tiempo, en esta etapa, a las
elucubraciones relacionadas con el proceso que el gobierno ha decidido
iniciar con las Farc, es mejor ocuparse un rato en ver la radiografía
del sentimiento nacional, pocos días antes del encuentro que tendrá
lugar en Oslo.
Esta tarea es posible hoy, gracias a las encuestas publicadas
recientemente en las revistas Semana y Dinero, que arrojan
conclusiones reveladoras.
Para decir la verdad, los resultados no son sorprendentes. Lo
importante, es que muestran, de nuevo, el patrón de comportamiento
que ha sido tradicional en estas coyunturas.
En primer lugar, la ilusión, el deseo, la esperanza, o como se
quiera llamar, de alcanzar la paz es tan grande, que muchos
colombianos apoyan los esfuerzos del gobierno para lograrla.
Así ha sido siempre.
Pero, cuando de aterrizar el entusiasmo inicial se trata, mediante
su traducción a niveles de credibilidad sobre las posibilidades de
éxito, lo que predomina es el escepticismo.
Como es usual, la gente no cree porque desconfía de la verdadera
voluntad de las Farc.
De otro lado, los encuestados rechazan, abrumadoramente, las
concesiones a esa organización terrorista.
La inmensa mayoría se manifiesta contra la impunidad e, inclusive,
expresa su desaprobación a que quienes dejen las armas participen en
política.
Para que no haya dudas, esa es la postura de los colombianos en
materias que antes eran parte fundamental, esencial, mejor, de los
acuerdos que se hacían.
Y, cuando se busca conocer qué piensa la opinión sobre la negociación
en medio de las balas y las bombas, el resultado es que la mayoría se
opone.
En este punto, es muy significativo que el 87% de los empresarios
consultados respalde que el gobierno exija a las Farc el cese de las
actividades criminales, como prerrequisito para iniciar los diálogos.
Adicionalmente, un alto porcentaje desaprueba la participación de
Hugo Chávez en las negociaciones y cree que el Ejército podría
derrotar militarmente a las Farc.
Estas son las posiciones que adoptan los ciudadanos, cuando todavía
se viven los días gloriosos.
El entusiasmo del amanecer no se ha perdido y navegamos en la cresta
de la ola de la ilusión.
Empero, las señales de alerta son evidentes, tanto porque ellas se
encuentran en el resultado de las encuestas, como por las lecciones
de nuestra historia, en cuyas páginas se repiten escenarios similares
en distintos gobiernos.
La valoración de estas visiones acerca del momento que vive el país,
debe realizarse haciendo caso omiso de la influencia que tienen sobre
los juicios mencionados las pasiones políticas enfrentadas.
Y los mensajes son clarísimos.
Ellos no son la caja de resonancia de posturas oposicionistas, ni de
sentimientos contrarios a la orientación del gobierno.
Se trata de la manifestación espontánea de criterios compartidos.
El gobierno debe tener presente, por lo tanto, que eso de negociar
mientras las Farc disparan no es sostenible porque carece del apoyo de
la gente, que los ciudadanos no están dispuestos a aceptar ningún
nivel de impunidad y que no existe la disposición social para hacer
concesiones de otro tipo.
¿Qué es, entonces, lo de fondo?
Pues que el Presidente conozca que contará con apoyos significativos, cuando le haga exigencias a las Farc que le den credibilidad al proceso.
Por ejemplo, si les reclama que cesen de hacer terrorismo contra los
colombianos como condición para iniciar los diálogos.
Así debe leerse la ilusión, el escepticismo y el rechazo a las
concesiones, que caracterizan hoy el sentimiento nacional.
Ilusión, escepticismo y rechazo a las concesiones
Mié, 19/09/2012 - 09:01
Bueno... bueno.
En lugar de dedicarle más tiempo, en esta etapa, a las
elucubraciones relacionadas con el proceso que el gobierno ha decidido
iniciar con las Farc, es mejor ocuparse un rato en v
En lugar de dedicarle más tiempo, en esta etapa, a las
elucubraciones relacionadas con el proceso que el gobierno ha decidido
iniciar con las Farc, es mejor ocuparse un rato en v