El malogrado

Mié, 23/04/2014 - 07:11
Recientemente aparecieron a la luz pública nuevas insinuaciones tendenciosas contra Álvaro Uribe, de esas a las que ya nos tienen habituados sus feroces adversarios. Las de ahora vienen de alguien q
Recientemente aparecieron a la luz pública nuevas insinuaciones tendenciosas contra Álvaro Uribe, de esas a las que ya nos tienen habituados sus feroces adversarios. Las de ahora vienen de alguien que no deja de dejarnos consternados, nada más y nada menos que de Germán Vargas Lleras, formula vicepresidencial de Juan Manuel Santos, y hacen referencia al atentado del que fue víctima el 10 de octubre de 2005. Me he puesto a cavilar sobre los motivos que llevan a un hombre público tan importante a caer en acusaciones evidentemente refutables que dejan un amargo sabor a bajos sentimientos, llegando a descubrir una posible alteración de orden psicológico que podría llevar el nombre de Síndrome del Malogrado. Esta anomalía se puede detectar en cualquier actividad o profesión pero muy especialmente se encuentra en las relacionadas con el arte, la ciencia y la política. Su nombre hace referencia a El malogrado de Thomas Bernhard, novela de la que queda resonando esta frase: “No hay nada más espantoso que ver a una persona tan grandiosa que su grandeza te aniquila.” La novela del escritor austriaco trata acerca de lo que ocurre en la vida y en la mente de dos virtuosos pianistas después de sentirse apabullados cuando escuchan a Glenn Gould interpretar las Variaciones Goldberg de Bach, destino trágico que los lleva a abandonar el piano y a destruir sus vidas, llegando uno de ellos al suicidio.  Releyendo este libro he encontrado un curioso paralelo entre lo que aconteció a esos dos virtuosos pianistas cuando se vieron enfrentados a la genialidad de Glenn Gould con lo que les ocurrió a Juan Manuel Santos y Germán Vargas Lleras, dos políticos de gran talento, luego de verse confrontados a un personaje de la talla de Álvaro Uribe quien los convidó a colaborar en su gobierno para luego ser traicionado. No pude sustraerme de volver a repasar El malogrado al cavilar sobre los motivos de esa particular manera de comportarse de estos dos personajes con quien para muchos es el mejor Presidente de la historia de Colombia. Hasta el periódico El Tiempo publicó en su editorial del 8 de febrero de 2004: “Álvaro Uribe Vélez es definitivamente un Presidente especial. Hace mucho tiempo Colombia no tenía un Mandatario con tan evidente don de mando y sentido de la autoridad. Un hombre con una casi mesiánica vocación de líder, que ha dejado traslucir su voluntad de permanencia. Con un estilo frentero, directo y en ocasiones pugnaz; obstinado y persistente en la manera como entiende y ejerce su mandato, Álvaro Uribe es también un Presidente que no deja de sorprender.” En la novela el proceso de auto aniquilamiento de los personajes no conllevaba la destrucción de Glenn Gould; en el caso de los dos políticos, el auto aniquilamiento va acompañado de la urgencia de aniquilar a su vez a quien evidentemente los sobrepasa como líder sin pecar de politiquero ni de clientelista. Este síndrome ataca a quienes, atrapados en la ambición y la egolatría, encuentran un rival imposible de vencer. Caso muy diferente se da en los que se crecen al compaginar con personajes de talla. Aquellos que se centran en su labor y no en sí mismos. Quienes no buscan la gloria, ni el éxito, ni las condecoraciones, ni los premios si no que se entregan con verdadera pasión a su trabajo sabiendo que sus logros serán para el bien de muchos y no para el mezquino beneficio personal. Óscar Iván Zuluaga es uno de esos personajes. No está buscando hacerle la zancadilla a su mentor y amigo, ni intenta ponerse por encima de nadie ya que sabe que su misión es la que se impone por encima de las veleidades del mundo de la política teniendo muy presente a su pueblo que merece un gobernante respetable que conduzca al país por la senda del progreso y la igualdad. Su hijo David lo ha expresado, con la claridad que le otorga su inteligencia y preparación, al decir que no hay una verdadera política sino cuando se hace en defensa del estado de derecho y de la democracia. Una política sinceramente comprometida a proteger la vida, la honra y los bienes de los ciudadanos que ofrezca seguridad y satisfaga expectativas elevadas con igualdad de oportunidades, sin que el futuro esté predeterminado a partir de los ingresos de una familia. Como David cada vez somos más los que estamos convencidos de que no hay otro candidato con la claridad mental para plantear y ejecutar propuestas como las que, en todos los campos, Óscar Iván Zuluaga se ha comprometido a llevar a buen término; siendo el único de los candidatos para las presidenciales que plantea públicamente sus propuestas acercándose a los colombianos con soluciones a los problemas. En resumen, un candidato que va a las cosas. El compromiso que contraerá Óscar Iván Zuluaga lo asumiremos cada uno de los colombianos y muy especialmente quienes lo acompañaremos en las urnas.
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