La tierra en el centro de la mesa

Lun, 11/02/2013 - 13:02
El campo en Colombia no atraviesa su mejor momento. No es una responsabilidad de un gobierno de turno, sino la consecuencia de sucesivos abandonos y heridas históricas. Además, los coletazos de los
El campo en Colombia no atraviesa su mejor momento. No es una responsabilidad de un gobierno de turno, sino la consecuencia de sucesivos abandonos y heridas históricas. Además, los coletazos de los embates  climáticos y las lógicas del mercado intervienen en el destino, que no siempre es el más favorable para el agro nacional.  A lo anterior se suma el imperio de la violencia en gran parte de las zonas rurales colombianas. Y aún con esto, el futuro de la tierra y su motor productivo dominan las discusiones del proceso de paz entre el gobierno y las Farc, agrupación guerrillera que en los sesenta reivindicó el inicio de su lucha al tema agrario, y que hoy, en la mesa con el Estado, insiste en la necesidad de replantear la forma de ver al campo y sus riquezas. ¿Cómo está el campo colombiano en la actualidad? ¿Qué se puede esperar de las discusiones del tema de desarrollo agrario entre las Farc y el Gobierno en Cuba? ¿Cuál sería el modelo más apropiado? Autoridades en asuntos agropecuarios y conocedores del conflicto armado consultados por KienyKe ofrecieron un diagnóstico de la situación actual del agro nacional y lo que el país podría esperar como resultado de las negociaciones del tema más espinoso pero medular del proceso de paz. El campo colombiano hoy Rafael Mejía López, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia SAC, organización independiente que agrupa a 47 entidades y gremios, y representa al 74% del Producto Interno Bruto del sector agropecuario nacional, ofrece una inicial y muy completa visión sobre las dificultades que sortea el agro en el país. Sin embargo, inició su exposición destacando que la producción agropecuaria está en buen camino, con oportunidades a la vista y avances de desarrollo productivo reconocidos incluso por la comunidad internacional. “Estamos en un momento en el que el mundo necesita el compromiso del sector agropecuario de todos los países, y lo necesita para mantener e incrementar la oferta de alimentos”, destacó. El Agro en Colombia Según la SAC, la producción agropecuaria nacional se incrementó en un 2.37% de 2011 a 2012. Para expertos es algo positivo, considerando las difíciles condiciones climáticas enfrentadas.  En primer lugar el campo en Colombia tiene obstáculos estructurales que incumben a todas las instituciones del Estado. Para explicar con un ejemplo, hay zonas en las regiones colombianas que tienen privilegios productivos, tierras fértiles y generosas al dar frutos aptos para exportar. Son productos apetecidos en mercados internacionales, incluso demandados en tratados comerciales ya firmados. Sin embargo no hay suficiente infraestructura de transporte y las pericias para llevar la mercancía a un puerto pueden elevarle los costos y excluirla de la competitividad global. Además, en varios de los territorios no hay planes de sostenibilidad ambiental ni sistemas adecuados de aprovechamiento hídrico. Incluso son poblaciones sin bienestar social, alejadas de hospitales, escuelas o institutos técnicos. Hay poblados donde un crédito para la compra de insumos o infraestructura está limitado o vetado para determinados agricultores, y en otros casos existen territorios dominados por agrupaciones armadas ilegales que ahuyentan al campesino. En este ejemplo Mejía detalló el panorama de varios lugares en Colombia en los que el Estado no ha logrado garantizar los mínimos vitales para la supervivencia del campo productivo. “Si quieren que haya una política agrícola a mediano y largo plazo, se debe entender que es una labor de todo el país, que debe ser coordinada por el Gobierno, poniendo a trabajar a todos sus ministerio alrededor de la cartera de Agricultura y Desarrollo Rural”, sostuvo Mejía. En este sentido coincidió el presidente de la Federación Nacional de Ganaderos (Fedegán) José Felix Lafaurie. “Hay una situación crítica en el actual momento del campo. No ha habido inversión en infraestructura agropecuaria que es muy necesaria. Además se suma un problema de seguridad; cada vez hay más temor en el empresario del campo por la situación de orden público que remata con unos diálogos de paz donde el problema del desarrollo rural y el tema de la tierra está en el centro de discusión, lo que desestimula el clima de inversión y genera incertidumbres”. Lafaurie también diagnosticó como inconveniente la variabilidad climática en el territorio nacional. “Cada vez son más intensos los inviernos o drásticos los veranos. El campo depende de la condición ambiental, de los suelos y del clima. Cuando no se está preparado para enfrentar eso, hay que hacer correcciones en los sistemas productivos”. Sobre esto Rafael Mejía expresó: “El sector agropecuario es tan noble que en los años 2010, 2011 y 2012, a pesar de las crisis climáticas la oferta alimenticia fue suficiente”. [caption id="attachment_268532" align="alignnone" width="547" caption="Foto: El Universal"]Rafel Mejia SAC[/caption] Rafael Mejía, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC). El presidente de la SAC continuó con el conteo de los problemas en la tierra en Colombia, no sin antes destacar algunas cifras. “El sector hoy representa alrededor del 7% del PIB y genera el 22% del empleo. Existen 21.5 millones de hectáreas con vocación agrícola y solo se usan 5 millones. No obstante los efectos de lo que pase en el campo pueden incidir en el resto de los sectores económicos y en general en las poblaciones de las provincias”. En este sentido, Mejía aseguró que su organización evalúa no solo factores de coyuntura sino proyecciones de los obstáculos a sortear por su sector al mediano y largo plazo. “Por el cambio climático la productividad de Colombia podría caer en unos años entre el 5% y 15%, mientras que en otras regiones con las que tenemos tratados, como con Estados Unidos y Canadá, en cambio aumentará la productividad entre el 5% y 25%. Tenemos que incrementar la oferta agrícola no solo para asegurar alimentos, sino para contrarrestar la disminución en productividad y prepararnos a lo que pasará con los TLC que tengamos con países que en cambio no se afectarán”, puntualizó. Finalmente en su diagnóstico, Mejía López subrayó inconvenientes con la formalidad del empleo en el sector agrícola, los ya conocidos y lamentables escenarios de violencia que el divide en la ejercida mediante la fuerza e intimidación, y otra violencia de tipo económica que tiene que ver con la fijación arbitraria de precios por un comprador a un campesino, llevándolo muchas veces a la quiebra.   El campo en el conflicto Diego Arias Torres, excombatiente del M-19 y analista en temas de conflicto y paz, expuso a KienyKe  que desde la academia y la política se ha coincidido en que la estructura agraria en Colombia está “llena de desigualdades”. “Buena parte de las hectáreas, las mejores tierras de agricultura, están destinadas  a la ganadería extensiva, y esto tiene un impacto negativo en la producción”, criticó. Esta es una de las mayores consignas entre quienes sostienen que urge una reforma agraria. “Un estudio del  Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, muestra que solo el 1% de los propietarios de tierras son los que tienen las zonas más productivas. No hay ejercicio democrático en la distribución de tierras; osea la tierra buena y cultivable está en pocas manos”, expuso en Cali (Valle del Cauca) Diego Arias, al tiempo de agregar que “lamentablemente hasta muchas de esas tierras productivas han estado asediadas por dinámicas de confrontación con guerrillas, grupos paramilitares y otros actores armados ilegales”. No obstante disiente con la idea de que “pocos” tienen la tierra en el país. “Aunque no haya una democrática distribución de la tierra productiva, la concentración en Colombia se ve es en distintos niveles de la economía, como en el financiero”. [caption id="attachment_268530" align="alignnone" width="547" caption="Foto: AFP"]Proceso de paz[/caption]  Las Farc, en La Habana, plantean un modelo de redistribución de tierras que varios sectores rechazan. El Gobierno garantizó que los cambios no podrán poner en riesgo el sistema económico y productivo vigente. Respecto a la agenda que quiere llevar las Farc sobre este asunto en las mesas de negociación, Arias Torres aclara que “hoy es un contexto distinto a cuando en los 60 se levantaron las Farc. Hay nuevas lógicas y distintas realidades diferentes a las que originaron el inicio insurgente de la guerrilla. Una solución al tema agrario implica que el campo pueda ser democrático en propiedad y explotación, y además que sea competitivo”, aseguró.   El campo en la mesa de diálogos Arias Torres inserta el debate que se desarrolla actualmente en La Habana y que es seguido muy de cerca por la opinión pública colombiana. “En una negociación de un conflicto uno puede empezar por el punto más difícil o dejarlo para lo último. En este caso  se empezó por el más difícil. Y si con este primer punto hay acuerdos, nos dará muestra de que sí podrá funcionar el proceso de paz”, opinó el exmilitante del  M-19. El tema es delicado y lo que surja de allí, de ser implementado, podrá afectar a todo el pueblo colombiano. Hay sectores críticos con que el Gobierno esté sentado discutiendo este tema con las Farc. Para  José Felix Lafaurie la guerrilla “tiene una gran experiencia en sembrar minas antipersonal pero no han sembrado una mata de maíz. Lo que han sembrado es terror en el campo.  Mal puede usted negociar el sector rural con el grupo que lo ha destruido”, dijo. En su opinión “hay profundas divergencias y no han avanzado en nada en este tema, porque no hay muchos puntos de acuerdo”.
En cambio Rafael Mejía informó que SAC ha “analizado las condiciones firmadas para el proceso de paz” y bajo la palabra del presidente Juan Manuel Santos, quien aseguró que “no se va a cambiar el modelo económico, que se va a respetar la propiedad privada bien habida y el respeto al libre mercado”, puede decir que su asociación respalda el proceso de paz. “Nosotros lo apoyamos dentro de una reglas de juego muy claras”, insiste.
Ante esta discusión, el presidente de la SAC también destacó que en el foro agrícola del que produjeron 76 propuestas, “el 99.9% de esas ideas fueron iniciativas que se han venido trabajando con el Gobierno, haya o no haya proceso de paz”. De esta forma deja claro que el país pide una serie de reingenierías para poder detonar a la productividad a su sector agropecuario, es decir, es un tema que no solo debería ser prioritario por el conflicto, sino como agenda nacional. “El sector agrícola es responsabilidad del país entero. Si creen que lo vamos a pagar solo los agricultores, no va ser posible un proceso de paz exitoso”. El campo y los cultivos ilícitos Diego Arias, por su parte, opina que las Farc han “cedido” de propuestas “idealistas maximalistas a unas más coherentes”. Pero existen temas cuyo tratamiento no escapa de controversias, por ejemplo cultivos ilícitos. El miércoles, la delegación guerrillera en Cuba presentó, entre sus propuestas del uso de la tierra, una invitación para legalizar cultivos de marihuana, amapola y hoja de coca con “fines terapéuticos, de uso industrial, o por razones culturales”. Para Arias una de las apuestas es garantizar el desarrollo productivo alternativo a los campesinos obligados en la actualidad al cultivo de estas plantas, que lo hacen, en efecto, bajo el chantaje de las armas.
José Felx Lafaurie
El-Espectador
 José Felix Lafaurie, presidente de la Federación Nacional de Ganaderos (Fedegán)  Para el representante de la Sociedad de Agricultores de Colombia, “en este tema el gobierno ya ha sentado posiciones, y su discusión debe verse desde la óptica económica y la inserción de Colombia en la comunidad internacional. Usted no puede aislar a Colombia del mundo”. La pregunta que queda en el aire es hasta qué punto el Gobierno se está preparando para implementar los acuerdos de la mesa de diálogos y cuidar la estabilidad agropecuaria nacional. Muchos también cuestionan, por ejemplo, si de llegarse a una nueva forma de repartición de ciertos terrenos, ¿quiénes estarán interesados en dedicarse al campo?. Se sabe que si no hay atractivos en rentabilidad, seguridad social y estabilidad política, pocos optarían por dedicarse al agro. La apuesta en este sentido deberá ser cuidadosa y generosa, más ahora con los compromisos comerciales que Colombia ha adquirido con varios mercados en el mundo, y los retos de seguridad alimentaria que deberá considerar el país. Lea también Las Farc podría meterse un autogol Así me le volé a las Farc   
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