Meghan Markle no pudo celebrar su cumpleaños número 37 debido a que el pasado 4 de agosto tuvo que asistir al matrimonio de uno de los mejores amigos del príncipe Harry llamado Charlie van Straubenzee. Esto no es todo, tampoco se podrá quedar con los regalos que recibió.
Como bien se sabe, convertirse en la duquesa de Sussex tiene beneficios, pero también conlleva algunas consecuencias a las que la actriz estadounidense no estaba acostumbrada. Principalmente, la tradición empieza con que ningún miembro de la casa de Windsor puede realizar fiestas grandes en su día de nacimiento, debido a que esta celebración debe ser solo un pequeño evento familiar.
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Además de esto, otra de las normas de la familia real británica, es que Meghan no puede conservar los regalos que sean enviados por celebridades y empresas para evitar que de esta forma sea explotada con fines comerciales.
“Cuando se aceptan regalos, el consentimiento del integrante de la familia real no deberá estar sujeto a una empresa que tenga que ver con explotar la imagen de dicho regalo con fines comerciales”, así se estipuló en las normas publicadas en el 2003.
Tampoco pudo quedarse con los ofrecidos por personas que viven en el Reino Unido y que no se les conoce por alguno de la familia del Palacio de Kensington serán aceptados, dado que pueden haber dudas sobre los motivos del donante. La razón más importante en este caso es la que enmarca la seguridad de la realeza. La única excepción es si el obsequio llega como recuerdo de una visita oficial.
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Sin embargo el equipo de correspondencia de la reina no aceptará alguno de los placeres simples como los son estos regalos debido a ser una regla estipulada, así como le tocó hacer esto en su cumpleaños, también Meghan Markle fue obligada a devolver los detalles que le llegaron por su matrimonio, se estimó un total de £7 millones que fueron devueltos.
