Chris Froome es el hombre del momento en el ciclismo, no ha dejado de serlo en la última década. Los cuatro títulos del Tour de Francia, uno en Vuelta a España (en veremos por el presunto caso de dopaje) y el Giro de Italia, hacen del británico el pedalista moderno de la triple corona. En contrarreloj parece que ni el viento lo detiene y en la montaña devora a sus rivales con cabalgatas dignas de un corredor élite.
Hasta los mismos críticos del deportista dicen que figura hasta en los escándalos de la UCI. Tal vez esa sea la razón por la que aún no se conoce la decisión del ente sobre el título conseguido por parte de Froome en septiembre de 2017 cuando alcanzó la magna ibérica.
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Pase lo que pase, el ciclista dice estar ahora enfocado en el Tour de Francia. Junto al Sky planificará la competencia en la que ha saboreado las mieles de triunfo en cuatro ocasiones. Sabe que cualquier cosa podría pasar de aquí en adelante, pero "estar seguro de la inocencia es la mayor seguridad que se puede tener".
En el pelotón lo miran de reojo, porque algunos colegas coinciden en que por ser Froome la UCI ha dilatado la decisión del escándalo en Vuelta a España. Sin embargo, como Rigoberto Urán, admiten que el británico es inteligente y no perdona cuando de atacar se trata.
Tiene 33 años, una sonrisa pícara y a los mejores gregarios del circuito. El pedalista ha manifestado que le interesa competir hasta donde le sea posible. Algunos allegados a él se atreven a decir que lo hará por dos o tres años más. Lo cierto es que mientras la montaña lo espere, el atleta del SKY intentará terminar con cualquier competidor que quiera arrebatarle el lugar del mejor del mundo, como muchos expertos del deporte pedal lo han catalogado.
